23 días no pasan así como así. Y los primeros duele, sobre todo, el tener que cambiar ciertos hábitos poco recomendables. Tanto el de las cenas pesadas, como el de habituarse a que el desayuno sea generoso en todos los aspectos. Pero ahora cada día que me levanto pienso más en él, y en lo bien que me sienta todo luego.
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